miércoles, 1 de febrero de 2017

¿Para qué se alinearon miles de megalitos en Carnac?


En el paisaje rural de Carnac (Bretaña, al noroeste de Francia), podemos encontrar una de las mayores concentraciones de megalitos de  toda la Europa Atlántica en forma de largas hileras de piedras verticales o menhires –denominadas alineamientos– que han sido objeto de estudio durante décadas sin que a día de hoy sepamos aún con certeza para qué se realizaron. Téngase en cuenta que no estamos hablando de unas pocas piedras de gran tamaño agrupadas en fila, sino de miles de ellas, que se extienden a lo largo de terrenos que superan el kilómetro de longitud. Lógicamente, surge la pregunta: ¿Qué sentido tiene tanto trabajo y esfuerzo, posiblemente llevado a cabo durante varias  generaciones? ¿Qué finalidad perseguía la colocación de esas grandes piedras siguiendo unas ciertas líneas o direcciones y con ciertas disposiciones regulares? Una vez más, el fenómeno megalítico se muestra aquí desconcertante y esquivo a los investigadores, incapaces de dar con las motivaciones últimas de tamaña empresa colectiva, aparte de recurrir a las meras especulaciones y a los consabidos “cajones de sastre”.

El malogrado autor belga Phillip Coppens, del cual ya he publicado algunos notables materiales en este blog, fue un apasionado del megalitismo y lo estudió a lo largo y ancho de varios países atlánticos y mediterráneos, tratando siempre de superar los clásicos clichés impuestos por la arqueología convencional. Coppens también estuvo en Carnac, se fijó en ciertos detalles y ofreció una hipótesis ciertamente aventurada, pero que podría tener cierto sentido en un marco antropológico que nos lleva nada menos que a las antiguas creencias de los aborígenes australianos, en el otro extremo del planeta. En este sentido, considero que –llegados al terreno del análisis y la interpretación– a veces es preciso tomar riesgos y echar mano de la imaginación y del pensamiento lateral para abrir puertas a interpretaciones audaces que, sin traicionar la visión científica, tal vez vayan en la dirección correcta. Les dejo con Coppens en este fascinante paseo por Carnac y su gran enigma en piedra. 


Carnac: un paseo de almas


Hilera de menhires (de los más altos) en Carnac
El extremo más occidental de Bretaña se llama Finistère (Finis Terrae), el fin del mundo. Más allá está el mar. Pero una vez, durante la última Edad de Hielo, no había mar. Entonces, por supuesto, la Edad de Hielo terminó y el mar hizo de este lugar el fin del mundo. Luego, cinco mil años más tarde, en el sur de Bretaña, alrededor de Carnac y sus aldeas vecinas, se erigieron cuatro mil piedras megalíticas, muchas de ellas en hileras, que se han convertido en el sello distintivo de Carnac. Los arqueólogos creen que la cantidad original probablemente estuvo cerca de las diez mil piedras. Aunque las hileras de piedra de Carnac no son únicas –se encuentran en otras partes de Francia y en otros países– Carnac tiene las alineaciones de piedra más impresionantes y gigantescas del mundo. Pero la gran pregunta es a qué propósito sirvieron. Los arqueólogos datan las hileras de piedra en una antigüedad de entre 5.000 y 6.000 años, lo que las hace aproximadamente 1.000 años más antiguas que la Gran Pirámide de Guiza, en Egipto. Por lo tanto, no debe sorprender que localmente las hileras de piedra se comparen con una “catedral neolítica”.

La región de Carnac es famosa por su superficie de granito. El milagro más grande de las hileras de piedra no es, pues, que existan. Se sabe que las piedras más grandes pesan más de veinte toneladas. Las reconstrucciones modernas, utilizando herramientas y técnicas conocidas por nuestros antepasados ​​neolíticos, han demostrado que un grupo de aproximadamente unas veinte personas era capaz de crear un bloque de tal tamaño. Pero, como se ha mencionado, este no es el enigma. El enigma es que las piedras todavía están de pie. El nivel de la Edad Neolítica está apenas a veinte centímetros por debajo de la superficie actual, y la capa de granito se encuentra a cuarenta centímetros por debajo del nivel actual. Esto significa que las piedras se colocaron a una profundidad máxima de veinte centímetros. Así, en este agujero tan poco profundo, tuvieron que crear todo el equilibrio necesario y disponible para mantener la piedra en posición vertical. Y contra toda probabilidad, lograron tener éxito en esto, como lo demuestran las miles de piedras. Y lo que es aún más notable es que todavía estén erguidas...

Mientras que muchos restos megalíticos han sido gravemente dañados y han sido objeto de vandalismo deliberado (como en el yacimiento inglés de Avebury, donde su hilera de piedras fue antaño mucho más larga y majestuosa), la clave para la supervivencia de los megalitos de Carnac podría deberse a que fueron en gran medida invisibles hasta el siglo XVII. Los documentos no se refieren a ellos y lo más probable es que estuvieran ocultos por arbustos intensos y otros follajes que los enmascaraban de los transeúntes. En el siglo XVII hubo una necesidad de más tierras agrícolas, que implicó una búsqueda de nuevos campos, lo cual llevó al descubrimiento de los megalitos. Debido a esta necesidad de obtener nuevos terrenos, algunas hileras de piedra fueron demolidas, pero al final, resultaron ser simplemente demasiadas y el esfuerzo de limpiarlas superó a los beneficios.


Vista de los menhires de Carnac diseminados a pie de campo
Aunque se conocían desde el siglo XVII, el mayor interés arqueológico en las hileras de piedra se dio solamente en la segunda mitad del siglo XX, lo que podría explicar por qué hoy todavía sabemos muy poco sobre su verdadero propósito. Originalmente, los arqueólogos creían que en lugar de una serie de hileras de piedra, había en origen sólo una hilera principal de piedras, que cubre una distancia de más de ocho kilómetros. Otros descubrimientos revelaron que esta teoría de “una sola hilera de piedras” no se sostenía; parecía que había cinco hileras de piedra, cuatro de las cuales contenían aproximadamente unas 1.000 piedras. Sin embargo, Howard Crowhurst[1] ha argumentado que las hileras de piedra de Le Menec, Kermario y Kerlescan están en realidad vinculadas entre sí y forman un todo, una conclusión que ha sido capaz de dibujar, mostrando las matemáticas que se emplearon en la creación de las diversas hileras.

Se puede encontrar una concentración de hileras de piedra cerca de Erdeven, mientras que las otras concentraciones se sitúan de espaldas al norte de Carnac. La más occidental es la de Le Menec, donde hay 1.099 piedras en once hileras. Entre ellas hay una piedra que se eleva por encima de todas los demás –llamada en consecuencia “el gigante”– que mide unos enormes 3,7 metros. Sin embargo, la mayoría de las piedras aquí son relativamente pequeñas, en comparación con la hilera de piedras de Kermario, al este de la hilera de Le Menec.

Alineamientos de Kermario
Kermario cuenta con 1.029 piedras, distribuidas en diez hileras. El campo mide 1.120 metros, mostrando que las piedras están aproximadamente a un metro de distancia. Este campo tiene las piedras más gigantescas, y continúa en el campo de Kerlescan, donde hay 594 piedras, en trece hileras a lo largo de 880 metros. Los tres campos fueron construidos bajo el mismo principio: las piedras más altas están situadas en el lado occidental. El lado occidental también está situado en un terreno más alto que su contraparte oriental. Las piedras más pequeñas en el lado oriental también están a intervalos más pequeños entre sí.

La hilera de piedras de Le Menec es un extremo de la serie de hileras de piedra. En una distancia de aproximadamente dos kilómetros no hallamos piedras, excepto algunos dólmenes dispersos que, si bien resultan menos impresionantes que las hileras de piedra, están a su nivel en cuanto logro tecnológico. Así, el dolmen de Crucuno se apoya contra la pared de una granja y su piedra de cubierta pesa unas impresionantes cuarenta toneladas. Los arqueólogos lo han datado como contemporáneo de las hileras de piedra, es decir, hacia el 4000 a. C.

Dos dólmenes muestran la dirección de la hilera de piedras de San Barbe. Era un alineamiento orientado de sur a norte compuesto de cincuenta piedras, colocadas en cuatro hileras. Sólo las piedras más altas, en el norte, se mantienen en pie. Una vez más, encontramos que las más altas están en pie en el terreno más alto. Catorce piedras todavía se encuentran bajo la arena, pero el resto de las piedras han sucumbido a las demandas agrícolas.

A tres kilómetros al norte de Saint Barbe se halla la hilera de piedras más septentrional: Kerzerho. Cuenta con 1.130 piedras en diez hileras, con una impresionante longitud de 2.150 metros. Algunas de estas piedras, situadas cerca del terreno de acampada de Kerzerho, miden no menos de seis metros de altura. Son las piedras más altas de toda la región. La hilera está alineada de sureste a noroeste. Una vez más, las piedras más altas se colocan en el suelo más alto.

Dolmen próximo a los alineamientos (Kermario)
Aunque las hileras San Barbe y Kerzerho no están unidas entre sí, como sí lo están los alineamientos de Le Menec, Kermario y Kerlescan, parecen formar un todo: a partir de la hilera de piedras de Petit Menec, se atraviesa Kerlescan, Kermario y Menec. Después, no hay hileras de piedra durante dos kilómetros, seguidas por dos dólmenes. Luego tenemos las hileras de piedra de San Barbe, y más adelante, más al noreste, el dolmen y los círculos de piedra de Crucuno, el dolmen de Mane-Croh, y al norte una pequeña hilera de piedras, y a un lado el dolmen de Mane-Braz. Al oeste, está la hilera de piedras de Kerzerho. Aunque las formaciones no están alineadas, se puede descubrir un cierto flujo a través de los diversos sitios. Se tarda aproximadamente de tres a cuatro horas en cubrir la distancia desde las hileras de piedra de Petit Menec hasta las de Kerzerho.

Aparte de las enormes hileras de piedra, se pueden encontrar en la zona otros impresionantes monumentos de piedra. Esto incluye un menhir que tenía unos veinte metros de alto y un peso de 340 toneladas y que fue movido a lo largo de seis kilómetros. No debería sorprender que esta piedra ya no esté en pie[2]. Pero esta piedra subraya el conocimiento y la tecnología de una cultura que pudo realizar tales hazañas, que son mucho más impresionantes que Stonehenge y Avebury juntos, que apenas pueden resistir la comparación con la magnitud constructiva que se pudo ver en  Carnac, mucha de la cual tuvo lugar bastante antes de la construcción de Stonehenge.


El gigantesco menhir partido de Er Grah (Locmariaquer), cercano a los alineamientos de Carnac

Pero, ¿qué son las hileras? Los arqueólogos han excluido la posibilidad de que fueran tumbas. Tampoco sirvieron para un propósito militar, pese a que durante la Segunda Guerra Mundial los soldados estadounidenses confundieron las hileras de piedra con una línea de defensa alemana. Según la leyenda, un soldado francés que era consciente de la situación tuvo que intervenir, ya que de otro modo las hileras de piedra se habrían convertido en el blanco de bombardeos intensivos.

Excluyendo pues los fines funerarios y militares, los arqueólogos concluyen que el único propósito pudo haber sido religioso. Los arqueólogos modernos piensan que es probable que las piedras fueran empleadas para marcar una procesión. Esto se aplicaría específicamente a las hileras individuales de piedra, pero no parece improbable que toda la serie de hileras de piedra formara parte de un recorrido procesional más grande.


Pintura aborigen australiana
Se sabe que la marcha ritual formó parte de la llamada civilización megalítica. Es comparable a la de los aborígenes australianos, que recorrían sus “líneas de canción”, cantando las canciones sagradas de sus tribus, honrando así a los dioses del Dreamtime (“el Tiempo de los Sueños”). Esta es una de las razones por las que se las llamó “Rutas del Sueño”, si bien los propios aborígenes las llaman “Huellas de los antepasados”. Además, podemos hallar otros aspectos de la marcha ritual a lo largo de Europa, en las denominadas ley lines[3]. Consideradas antaño como líneas de energía, se descubrió en la década de 1990 que las ley lines eran en realidad caminos de los antepasados, líneas rectas que –según se decía– los muertos recorrían o sobrevolaban (se creía que los muertos sólo se podían mover en línea recta), razón por la cual hay tantos caminos rectos entre la iglesia y el cementerio.

Otra característica común entre algunas de las piedras más grandes es que presentan imágenes subliminales trabajadas, específicamente caras, en su mayoría humanas, pero a veces de animales o de perfiles más imaginativos o contorsionados[4]. Uno de los ejemplos más fácilmente visibles de caras en las piedras de Carnac lo tenemos en Erdeven, donde al otro lado de la carretera, junto al pequeño aparcamiento, hay una serie de piedras independientes que parecen “mirar hacia abajo” a las otras piedras. 

Es evidente que las personas que erigieron estas piedras eran plenamente conscientes de estas imágenes subliminales; de hecho, las piedras específicas fueron elegidas probablemente porque mostraban estas imágenes parecidas a caras. La pregunta entonces es: ¿a quién pertenecían dichas caras? La respuesta es que presumiblemente sean los antepasados ​​–los que habían venido antes– tal vez los que habían vivido en el equivalente megalítico del Tiempo de los Sueños.

Las piedras no eran marcadores funerarios, pero la conclusión más lógica apunta a una conexión con el culto a los antepasados. Estas fueron las piedras de los antepasados ​​–el equivalente megalítico de los santos cristianos– y lo que aquí ocurrió fue probablemente una peregrinación, en que cada piedra representaba a un antepasado. Las caras de las piedras eran un recordatorio visible de que dentro de estas piedras había un espíritu, un alma. Se podría decir que las hileras de piedra eran pues un paseo (o avenida) de almas.


© Phillip Coppens 2006

Fuente original: http://philipcoppens.com/carnac.html

Fuente imágenes: Wikimedia Commons

[vídeo: vista aérea de los alineamientos de Carnac]






[1] Investigador independiente galés que lleva más de 20 años viviendo en Bretaña y que ha centrado sus estudios en el fenómeno megalítico en todo el mundo.

[2] Coppens se refiere al gigantesco menhir partido de Er Grah, cerca de la localidad de Locmariaquer. Se trata del menhir más grande del mundo conocido hasta la fecha.

[3] Concepto acuñado por Alfred Watkins en 1925. Se refería a una amplia red de antiguas rutas o sendas de carácter sagrado, tal vez conectadas a líneas de energía telúrica. Dichas rutas estaban asociadas a topónimos que contenían el antiguo sufijo -ley, -ly o -leigh, que significa “terreno despejado”, de ahí el nombre. 

[4] Cabe recordar que en Filitosa (Córcega) existe una serie de pequeños menhires antropomórficos con caras esquemáticas esculpidas sobre la piedra, a modo de bastos “moais”.

2 comentarios:

Galileo dijo...

Si mal no recuerdo alguno de estos alineamientos de megalitos llega hasta el mar y continúa bajo el agua. Esto probarìa que fueron construidos antes del final de la Edad del hielo. Para algunos la edad del hielo terminó hace unos 10,000 años pero para mi sucedió hacia el 1500 a Jc. Las ruinas megaliticas sumergidas están por todo el planeta. Saludos Xavier

Xavier Bartlett dijo...

Gracias por el comentario Galileo

No tenía noticia de la continuidad de los alineamientos bajo el agua, pero sí por ejemplo de la continuidad de los surcos de carro de Malta bajo la superficie del mar. Y bueno, Graham Hancock dedicó un extenso libro a esos posibles restos arquitectónicos sumergidos en todos los mares del planeta, que podrían restos de una civilización antediluviana. Yo no estoy seguro de qué son esas estructuras, muchas podrían ser naturales aunque otras sí podrían ser artificiales, pero habría que estudiarlas y sobre todo tratar de datarlas de manera fiable, cosa que no se ha hecho hasta ahora.

Saludos,
X.