martes, 23 de mayo de 2017

¿Casualidades en la historia?


El pasado año publiqué en mi otro blog, Somnium Dei, un artículo sobre ciertas casualidades históricas -centradas en las vidas de dos presidentes de Estados Unidos- que me dejaron realmente sorprendido porque investigando un poco no me imaginé hasta dónde podían llegar las coincidencias. Y todavía me sorprende más que la llamada historia alternativa no haya querido meterse a fondo en este intrigante tema, quizá porque el asunto se va por derroteros metafísicos y "astrológicos" que podrían conducir a conclusiones del todo incómodas. ¿O será el miedo a parecer un chalado, un iluminado o un encantador de serpientes? 

En fin, como a estas alturas ya no creo en el azar ni en el caos, creo que este tema es lo suficientemente serio como para que se aborde sin prejuicios ni sesgos y se empiecen a levantar los velos que ocultan lo que estás detrás del escenario. 


Muy posiblemente la mayoría de las personas habrá oído alguna vez la famosa frase de “La historia se repite”, o aquella de “Nada nuevo bajo el Sol”. Y aun cuando parezca un tópico, hemos de admitir que con el devenir de los siglos se han dado diversos hechos o situaciones muy similares –por no decir idénticas– que dan la impresión de que la historia parece estar regida por una especie de plan cíclico o inteligente en el cual nada es casual ni gratuito. Todo ello por no hablar de felices casualidades, como –por ejemplo– la oportuna aparición de Hernán Cortés en las costas de México en 1519, que era para los aztecas un año Ce-Acatl (“uno-caña”), una fecha sagrada en la cual, según se había profetizado, iba a retornar el dios Quetzalcóatl para poner fin al imperio azteca. Y dicho año fatídico se repetía una vez cada 52 años... ni siquiera dos veces en mismo siglo.

Abraham Lincoln
Pero centrándonos en el terreno de las repeticiones históricas, quisiera referirme ahora a uno de estos sucesos que realmente se sale de lo común, porque en él se dan una serie de datos específicos muy particulares que parecen sacados de la mente de un genial guionista, y sin embargo, son hechos contrastados por la historiografía ortodoxa, sin ningún tipo de manipulación o tergiversación. El caso que expongo seguidamente es el de las increíbles similitudes entre las vidas de dos presidentes de los EE UU, Abraham Lincoln (1809-1865) y John F. Kennedy (1917-1963), que fueron asesinados durante el ejercicio de su cargo, con un siglo de diferencia por medio.

Antes de proseguir, hay que señalar que este tema no es precisamente nuevo, pues se remonta ya a hace medio siglo, cuando –poco después del asesinato de Kennedy– un periódico norteamericano publicó un listado de curiosas coincidencias entre ambos magnicidios. Lo que ha venido después ha sido en cierta manera una especie de leyenda urbana, aumentada desde la irrupción de Internet, en la que algunos hechos se han distorsionado o sacado de contexto, por no hablar de datos que no responden a la verdad.

John F. Kennedy
De todas maneras, los historiadores aceptan que muchos de los datos coincidentes son verídicos, si bien consideran no hay ningún misterio especial en ellos, pues es normal que dos personas dedicadas a la política, y que funcionan dentro de cierto sistema, compartan muchos puntos en común. Sin embargo, algunos investigadores más heterodoxos han profundizado en los datos y han observado que las semejanzas se prolongan mucho más allá de lo que se había dicho en primer término. Así pues, paso a comentar estas coincidencias, agrupadas en cuatro bloques.

En primer lugar, en lo referente a sus datos personales, familiares y vida privada vemos algunas curiosas similitudes: 

  • Ambos presidentes eran el segundo hijo de sus padres, después de una chica. En ambos casos, sus hermanas mayores fallecieron antes de que llegaran a la Casa Blanca. Igualmente, tuvieron dos hermanos menores (Thomas Lincoln y Joe Kennedy) que llevaban el nombre de su padre y que también murieron antes de su nominación a presidente.
  • A los pocos años de nacer los futuros presidentes, sus familias se trasladaron a una población cercana, y luego fueron a vivir a otro estado antes de que cumplieran los diez años.
  • Las familias de Lincoln y de Kennedy procedían originariamente de un suburbio de Boston y sus ancestros se remontaban a Gran Bretaña[1].
  • El hijo de Lincoln, Robert, fue embajador de EE UU en Gran Bretaña y el padre de Kennedy, Joseph, ocupó el mismo cargo en la época de la Segunda Guerra Mundial. Además, Robert Lincoln[2] se graduó en Harvard, fue abogado y Fiscal General, trabajó en los gabinetes de dos presidentes y fue aupado a la carrera presidencial... exactamente igual que Robert F. Kennedy, hermano de John.
  • Las esposas de ambos presidentes (Mary Todd y Jacqueline Bouvier) perdieron algún hijo cuando estaban en la Casa Blanca. Las dos sobrevivieron a sus maridos en 17 años y murieron a una edad muy similar (alrededor de los 64 años). Tras la muerte de sus maridos, vivieron en Europa y en una gran ciudad americana (Chicago y Nueva York, respectivamente) en la que no habían residido nunca antes.  
  • Las dos mujeres tuvieron cuatro hijos y, en ambos casos, dos de ellos no llegaron a la edad de diez años. De los otros hijos, sólo uno de ellos tuvo hijos: Robert Lincoln y Caroline Kennedy, que coincidieron en tener dos niñas y un niño. En cuanto a los hijos más jóvenes, Tad Lincoln y John F. Kennedy Jr., murieron sin descendencia un 16 de julio (de 1871 y 1999).
  • Tanto Lincoln como Kennedy se hicieron famosos por su elocuencia y oratoria. Asimismo, los dos solían contar historias y anécdotas jugosas y citaban con frecuencia pasajes de la Biblia y de las obras de Shakespeare.
  • Los dos estuvieron a punto de morir ahogados en una ocasión: Lincoln en un accidente, y Kennedy en una acción militar.
  • Ambos capitanearon barcos: Lincoln, un barco fluvial y Kennedy, una lancha patrullera militar (PT-109).
  • Lincoln fue muy amigo de un político demócrata llamado Adlai E. Stevenson. Kennedy fue muy amigo de otro político de igual nombre, nieto del anterior.
  • Lincoln y Kennedy tuvieron sendos consejeros personales (o espirituales) con el mismo nombre y apellido: William Graham.
  • Los dos eran descuidados con el dinero. No solían llevar dinero en efectivo y a menudo pedían dinero prestado a sus acompañantes.
  • Según varias personas próximas, los dos presidentes tenían una libido exacerbada (casi adicción sexual) y de hecho, la fama de mujeriego de Kennedy era bien conocida.

En segundo lugar, en lo tocante a su carrera profesional y política, que estuvo marcada por una difícil coyuntura a causa de cuestiones políticas y bélicas (sobre todo la Guerra Civil y la Guerra Fría), los parecidos se suceden en muchos puntos: 

  • Ambos presidentes se mostraron muy comprometidos en la lucha por las libertades y los derechos civiles, en especial por las personas de raza negra. Así, Lincoln mantuvo estrecha relación con el activista Frederick Douglass, y Kennedy con el pastor Martin Luther King. En general, ambos gozaron del favor popular y fueron vistos con recelo por el llamado “establishment”.
  • Los dos sirvieron como oficiales en algún conflicto: Lincoln en la guerra “del Halcón Negro” (contra los indios) y Kennedy, en la Segunda Guerra Mundial.
  • Lincoln mandó apoderarse de Arlington House (Virginia), la casa natal del general Lee, durante la Guerra Civil. John F. Kennedy fue enterrado allí, cuando el lugar ya era el Cementerio Nacional de Arlington[3].
  • Ambos presidentes fueron elegidos para el Congreso en un año 46 (1846/1946).
  • Ninguno de los dos era “favorito” de su partido respectivo; estaban en minoría y se enfrentaron a políticos de mayor edad y más experimentados.
  • Los dos optaron –sin éxito– a la nominación de aspirantes a vicepresidente (Lincoln en 1856, y Kennedy en 1956) por sus partidos. No obstante, en las siguientes elecciones presidenciales, vencieron a los vicepresidentes vigentes (Breckenridge y Nixon, respectivamente) [4]. Así, Abraham Lincoln fue elegido presidente en 1860 y Kennedy en 1960.
  • La secretaria de Kennedy se llamaba Lincoln[5].
  • El oponente político de Lincoln en la Guerra Civil fue el presidente confederado Jefferson Davis. El oficial de policía muerto durante el asesinato de Kennedy se llamaba Jefferson Davis Tippit.
  • Los dos presidentes quisieron frenar el gran poder de los cárteles económicos y financieros y trataron particularmente de liberarse de la tutela de los bancos y de la deuda. Lincoln, tras proclamar la National Banking Act, en 1862, mandó que el Tesoro de los EE UU emitiera billetes gubernamentales libres de intereses, los llamados “green backs”, utilizados principalmente para pagar a las tropas federales. Kennedy decidió hacer lo mismo en 1963 y ordenó imprimir moneda del gobierno, 4.000 millones de billetes llamados “US notes”, poco antes de ser asesinado. En ambos casos, al poco tiempo, los billetes del gobierno fueron retirados de la circulación[6].

En tercer lugar, tenemos las circunstancias de sus respectivas muertes, en las cuales se dan más casualidades:

  • Los dos presidentes fueron asesinados por un “loco solitario” un viernes. En los dos casos habían sido prevenidos por otras personas de no acudir al lugar de los hechos. Previamente, ambos ya habían recibido numerosas amenazas de muerte.
  • Los dos presidentes murieron al ser tiroteados en la cabeza a muy corta distancia[7], y cuando estaban al lado de sus esposas, que resultaron ilesas.
  • Tanto el asesino de Lincoln (John W. Booth) como el asesino “oficial” de Kennedy (Lee H. Oswald) eran sureños y de edad casi idéntica en el momento del crimen. Pero además compartían otras características: perdieron a su padre siendo pequeños, tenían una hermano/a llamada Junius/June, se hirieron accidentalmente al dispararse la pistola que manejaban, habían tomado parte en operaciones de inteligencia militar y los dos llevaban un diario personal que desapareció tras pasar a custodia federal. Y en cuanto a su destino, ambos consiguieron escapar de la escena del crimen pero fueron capturados y tiroteados antes de llegar a juicio[8].
  • En lo referente al atentado y la huida, Booth cometió el crimen en un teatro y fue acorralado en un almacén, mientras que Oswald disparó desde un almacén de libros y fue detenido en un teatro (sala de cine).
  • Por otra parte, Lincoln fue asesinado en el Teatro Ford, mientras que Kennedy fue asesinado en un coche de marca Ford, modelo Lincoln.
  • Las medidas de seguridad en el lugar de los dos asesinatos fueron inusualmente débiles, sobre todo por la ausencia de seguridad cercana a cargo de los guardaespaldas habituales.
  • Tras el asesinato de Lincoln, el sistema telegráfico de Washington D.C. dejó de funcionar, y tras el de Kennedy falló el sistema telefónico, también en Washington D.C.
  • En el día de sus respectivos asesinatos, los dos presidentes llevaban ropa de la firma Brook Brothers.
  • Ambos presidentes no murieron inmediatamente, si bien las heridas eran mortales. La muerte clínica se produjo horas después en Petersen House (Lincoln) y Parkland Hospital (Kennedy). Ambas localizaciones poseen las mismas iniciales.
  • Las dos autopsias fueron llevadas a cabo por médicos militares y se comprobó que los presidentes habían sufrido un gran daño en uno de los dos hemisferios cerebrales a causa del impacto de bala. Además, en los dos casos se extrajeron los cerebros de los cadáveres; de hecho, ambos presidentes fueron enterrados sin este órgano.

Pero las coincidencias no acaban aquí. Vamos a hacer un breve repaso de lo que vino después de los respectivos asesinatos. 

  • Los funerales de ambos tuvieron muchos puntos en común, pero principalmente porque la viuda de Kennedy así lo quiso expresamente.
  • Los dos presidentes fueron reemplazados por sus vicepresidentes, que eran demócratas de origen sureño y compartían el mismo apellido: Johnson. Andrew Johnson llegó a la presidencia en 1865 y Lyndon B. Johnson en 1963. Sus fechas de nacimiento estaban separadas exactamente por un siglo: 1808 / 1908.
 
El asombroso parecido entre los dos presidentes Johnson
  • Asimismo, ambos presidentes eran de origen modesto, hijos de conserjes. Los dos tuvieron dos hijas, eran bebedores y a veces bruscos en el trato, desarrollaron una carrera militar y no optaron a la reelección. Andrew Johnson cayó en desgracia por un proceso de destitución (“impeachment”) y Lyndon Johnson se hizo muy impopular debido a la guerra de Vietnam. Los dos murieron justo 10 años después de las respectivas muertes de Lincoln y Kennedy, y con su fallecimiento no quedó ningún expresidente vivo.
  • Los dos presidentes que sucedieron a los Johnson, Ulysses Grant y Richard Nixon respectivamente, compartían también algunos rasgos: sus madres se llamaban Hannah, sus padres eran metodistas y oriundos de Ohio, ambos fueron elegidos (68) y reelegidos (72) y se vieron envueltos en escándalos políticos (Whiskey Ring y Watergate).

Todavía quedarían otras semejanzas presentadas por ciertos autores que sobrepasan la esfera de los eventos históricos y se introducen en el terreno numerológico, astrológico o simbólico. Sólo a modo de ejemplo, se suele citar la coincidencia en el número de letras de los apellidos presidenciales, la misma disposición de vocales y consonantes en dichos apellidos, el mismo número de letras en los nombres completos de los asesinos, las similitudes entre las cartas astrales de nacimiento y muerte de ambos presidentes, o incluso la influencia de un cierto “ciclo maldito de 20 años”, que habría afectado a ambos presidentes[9]. Y más o menos en la misma línea también se pueden encontrar otros estudios comparativos basados en la creencia en la reencarnación de las almas, como algo real y comprobable. En este campo incluso se han realizado análisis de la fisonomía de los personajes implicados, y ciertamente en algunas ocasiones se pueden apreciar rasgos muy similares que llaman la atención. En fin, sin menospreciar la validez que puedan tener todos estos datos, dejo aparte su valoración porque se escapan de mi entendimiento o capacidad crítica.

Estatua de Lincoln en Washington
En lo que respecta a las múltiples coincidencias de tipo profesional o político, desde luego es razonable pensar que los cargos, fechas o carreras tengan paralelismos evidentes porque el sistema político estadounidense se ha mantenido prácticamente inalterado desde sus inicios y porque dicho sistema “uniformiza” el perfil de presidente o político de alto nivel en muchos aspectos. Esto explicaría en buena parte las semejanzas en el devenir de las trayectorias personales de ambos (y de su círculo próximo), teniendo en cuenta, además, que las personas que han copado las más altas posiciones de poder en los EE UU suelen proceder de una casta o élite que tiene formas de ser y actuar muy similares. 

No obstante, cuando las coincidencias se extienden de manera tan marcada y detallista a situaciones concretas y a características personales (y a todo un conjunto de personajes secundarios, por decirlo así), el simple azar parece demasiado caprichoso como para resultar creíble. Humildemente, no tengo explicación lógica para esa sucesión de repeticiones a no ser que entrásemos en el terreno de lo paranormal o metafísico[10], o bien que planteásemos un escenario de ciclos predeterminados inteligentes, como mencionaba al inicio. Y aun si optásemos por reconocer la hipótesis de la reencarnación, particularmente no veo ningún sentido a repetir exactamente las mismas vidas y situaciones, en las que no parece haber ningún “aprendizaje” o “evolución”.

Para concluir, por encima de todos los hechos paralelos presentados, nos queda el gran interrogante sobre el destino fatal de ambos presidentes, esto es, el motivo último de su asesinato. En este sentido, tanto en el siglo XIX como en el XX se recurrió a complicadas teorías de la conspiración, pues la historia que se vendió oficialmente en los dos casos no resultaba congruente para muchas personas, que no acababan de creer en la simple locura de un exaltado o radical que se oponía a las políticas presidenciales. En el caso de Kennedy, se llegó a hablar de la Mafia, de los castristas, de la CIA... e incluso de la connivencia o participación del vicepresidente Johnson en un complot para sacarse de encima al presidente, exactamente igual como se había sugerido un siglo antes tras el atentado contra Lincoln. Y por si fuera poco, varios autores coinciden en considerar que las dos investigaciones oficiales llevadas a cabo tras los asesinatos parecieron cerrarse de forma precipitada con conclusiones prefabricadas y con el ánimo de echar tierra sobre el asunto. Más de lo mismo.

Realmente, no se sabe aún quién estuvo detrás de ambos crímenes y si de alguna manera fue un golpe de estado o una maniobra política muy meditada y planeada en la cual los ejecutores fueron simples peones. El caso es que, dado que ambos presidentes se mostraron dispuestos a romper moldes y abrir una nueva etapa política, económica y social, no es de extrañar que se crearan poderosos enemigos. El mismo Lincoln dijo en 1865, el año de su muerte: “Tengo dos grandes enemigos: el ejército sureño frente a mí y las instituciones financieras detrás [de mí]. De los dos, el que está detrás es mi mayor adversario.” Así, no es descabellado pensar que los poderes fácticos afectados por las decisiones de ambos presidentes decidieran cortar por lo sano la disidencia de éstos, sobre todo ante la clara amenaza de “producir” dinero gubernamental libre de deuda, como ya se ha apuntado.

JFK en su limusina el día de su asesinato
Y acabo citando un fragmento de un famoso discurso de Kennedy realizado poco antes de ser asesinado sobre el poder de esos poderes fácticos que operan desde las sombras, a veces en forma de sociedades secretas o discretas[11]. En algunas páginas de Internet dicho parlamento está titulado como “el discurso que le costó la vida a John F. Kennedy”: 

«La propia palabra secreto es repugnante en una sociedad libre y abierta; y nos hemos opuesto intrínseca e históricamente a las sociedades secretas, a juramentos secretos, y a procedimientos secretos. Porque nos enfrenta en todo el mundo una conspiración monolítica y despiadada que se basa principalmente en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia basada en infiltración en lugar de invasión, en subversión en lugar de libre elección. Es un sistema que ha usado vastos recursos humanos y materiales para construir una maquina eficaz estrechamente tejida que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. Sus errores son enterrados, no salen en los periódicos, sus disidentes son silenciados, no elogiados. No se cuestionan los gastos, no se publican los rumores, no se revelan los secretos. Es por eso que el legislador ateniense Solón decretó como delito que los ciudadanos se desentiendan de las controversias. Pido su ayuda en la tremenda tarea de informar y alertar a la población norteamericana, confiamos que con su ayuda los hombres serán como han nacido, libres e independientes.»

© Xavier Bartlett 2016

Fuente imágenes: Wikimedia Commons

Referencias

www.rogerjnorton.com
www.abrahamlincoln.org
www.lincoln-institute.org
www.jfklibrary.org
www.jfk.org


[1] Aunque este dato no es muy conocido, algunos investigadores han hecho notar que la gran mayoría de presidentes proceden de familias aristocráticas de Gran Bretaña que emigraron a EE UU en los primeros tiempos. Además, estas familias están emparentadas entre sí, así como con la realeza británica y por ende con la realeza y nobleza europea. Los estudios genealógicos (de la New England Historical Genealogical Society) corroboraron que 33 de los 42 presidentes de los EE UU hasta Clinton descendían del emperador Carlomagno y que 19 de ellos estaban relacionados con el rey Eduardo III de Inglaterra.
[2] Resulta extraordinariamente llamativo que Robert Lincoln estuvo a punto de morir en un accidente de tren y fue salvado por Edwin Booth, hermano del asesino de su padre. (Estos hechos sucedieron antes del asesinato de Abraham Lincoln.)
[3] Se da la circunstancia que la tumba de Kennedy está muy cerca de la de Robert Lincoln, que fue enterrado en Arlington en 1926.
[4] En toda la historia de los EE UU, sólo en estas dos ocasiones los vicepresidentes vigentes que optaban al cargo de presidente fueron derrotados en los comicios.
[5] Se ha dicho en muchas ocasiones que el secretario de Lincoln se llamaba Kennedy, pero eso no es cierto, pues se sabe que los dos secretarios que tuvo se apellidaban Hay y Nicolay. Sin embargo, es cierto que el superintendente de policía de Nueva York que se encargó de la seguridad de Lincoln durante un viaje en 1861 se llamaba John A. Kennedy. Este policía también estuvo implicado en las investigaciones justo después del asesinato de Lincoln.
[6] Lincoln y Kennedy fueron los dos únicos presidentes de EE UU que intentaron llevar a cabo tal iniciativa. (Téngase en cuenta que la actual Reserva Federal no es una institución pública, sino privada, al igual que todos los bancos centrales del mundo.)
[7] Sobre el caso de Kennedy, aunque la versión oficial habla de un tirador con fusil (Oswald) desde una posición lejana, ciertas investigaciones alternativas apuntaron a que más personas dispararon contra el presidente desde distintas posiciones pero que el impacto mortal lo habría provocado un disparo del propio chófer del auto donde viajaba el presidente, tal como se intuye en una filmación de los hechos.
[8] Según otras fuentes, la persona tiroteada no era Booth. El auténtico Booth habría sido sacado de los EE UU por los banqueros Rothschild, que le sufragaron un generoso retiro en Inglaterra.
[9] Este ciclo estaría basado en ciertas conjunciones astrológicas de Júpiter y Saturno. Se habría iniciado con el presidente Harrison, electo en 1840, y habría seguido con los presidentes elegidos cada 20 años a partir de tal fecha. En todos estos casos los presidentes murieron asesinados o por enfermedad antes de acabar el mandato, si bien los conspiracionistas sospechan que algunas esas muertes naturales fueron más bien artificiales. En esta lista se incluirían los intentos de asesinato de Reagan (elegido en 1980) y de G. W. Bush (en 2000).
[10] Sobre esta cuestión, cabe citar la teoría de la sincronicidad de Carl Jung, que sería una respuesta más o menos científica basada en una interconexión de hechos que revelarían la existencia de un marco superior en que todo está relacionado.
[11] Cabe señalar, que tanto Lincoln como Kennedy –al menos oficialmente– no habían pertenecido a la Masonería, a diferencia de muchos presidentes norteamericanos que sí fueron masones (al menos 18).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola, gracias por el articulo, quiero hacer una pregunta por favor ¿sería posible que todo esté calculado y tales coincidencias sean en realidad un plan llevado a cabo premeditadamente incluso aunque haya sido necesaria cierta improvisación? osea (entre otros motivos) para dar la sensación por decirlo de alguna manera, de profecía, pero que en realidad sería autocumplida. ¿Y dar así credibilidad a lo que parece ser un treatro de marionetas?
un saludo

Xavier Bartlett dijo...

Gracias por el comentario amigo anónimo

Yo particularmente no creo en el azar ni el caos, y en este caso de los presidentes que he presentado tanta coincidencia parecería "una broma". No sé si llamar "teatro" a esto, pero lo que considero evidente es que hay conexiones que no están en la superficie sino en el fondo, en otra dimensión o contexto. No sé si relacionarlo con la astrología o con el tema de la reencarnación, pero si no hay casualidades deben existir motivaciones que se nos escapan. Puede que todo esté escrito ya y no lo sepamos...

Saludos